Osteopatía pediátrica
En general, los bebés pueden presentar ya desde muy pequeños ciertas tensiones o problemas estructurales.
Desde el momento del parto, el cráneo del bebé se ve ya sometido a diversas fuerzas compresivas, ya que debe girar y pasar por un estrecho canal para poder salir al exterior mientras es empujado por la musculatura pélvica y uterina de la madre.
El cráneo y la estructura del bebé es altamente maleable y tiene la capacidad de remodelarse tras este proceso, sobre todo tras la aparición de sus primeras funciones (llanto y succión), pero muchas veces este automodelaje es incompleto.
Estas compresiones pueden agravarse en determinados casos, sobre todo en aquellos partos difíciles o que conlleven la utilización de cierto material (como ventosas o fórceps).
En los partos por cesárea, por el contrario, no existe este “empuje” del bebé para salir al exterior, que estimula mecánicamente muchas de sus posteriores funciones, y esta falta de efecto mecánico puede traducirse a veces en problemas en su primera fase de desarrollo.
En consecuencia, muchas veces el bebé convive con ciertas tensiones tempranas que le resultan incómodas y pueden influir en su comportamiento y en su desarrollo estructural.
Por tanto, resulta aconsejable hacer una revisión de osteopatía tras el nacimiento con el objetivo de valorar estas posibles tensiones o disfunciones para así liberarlas y procurar un mayor bienestar y un mejor desarrollo. Contra más precoz es el tratamiento, menores son las adaptaciones de estas compresiones y mayor es el beneficio del neonato.
¿En qué casos puede ayudar la osteopatía a mi bebé?
Además, esta sensación de malestar suele estimular en exceso el sistema nervioso del bebé y le hace estar en constante situación de alerta, lo que genera en ocasiones un sueño ligero y corto. Este tipo de tensión ósea es susceptible de mejorar con un tratamiento osteopático adecuado.
Los nervios que inervan el estómago y el diafragma salen de la base del cráneo y del cuello: cualquier compresión a este nivel puede provocar ciertas alteraciones irritando esta zona y provocando que el bebé se sienta lleno demasiado pronto o no sea capaz de retener el alimento fácilmente. También el músculo diafragmático, que separa el tórax y el abdomen, puede por sí mismo originar ciertas alteraciones digestivas si se encuentra bajo una tensión inadecuada.
Otros problemas que con frecuencia afectan al niño son los siguientes:
Problemas cognitivos , de comportamiento y de aprendizaje.
A menudo hay niños que no se adaptan en la escuela, resultan intranquilos e hiperactivos y tienen dificultades de concentración. Las compresiones mecánicas mantenidas durante tiempo en el cráneo del niño pueden favorecer este tipo de comportamientos y contribuir al bajo rendimiento escolar, la falta de concentración y la irritabilidad. En ciertos casos se puede deber a dificultades de adaptación o maduración de ciertos reflejos neurológicos tempranos que a la larga dificultan las actividades intelectuales que deben desarrollarse posteriormente.
En el caso de niños que respiran inadecuadamente por la boca, la función de estos senos se ve mermada y es susceptible de provocar sequedad mucosa y rinitis en el niño.
La tensión inadecuada en los huesos craneales puede impedir también el drenaje adecuado en la trompa de Eustaquio, favoreciendo la aparición de otitis de repetición y de infecciones que no llegan a solucionarse completamente si no se tratamos la causa mecánica subyacente.